Las tensiones geopolíticas afectarán aún más a la ciberseguridad en 2023

El impacto de los conflictos mundiales en la ciberseguridad saltó a la palestra cuando Rusia intentó invadir Ucrania en febrero de 2022. 

Los aliados occidentales de Ucrania se apresuraron a reconocer que esto conllevaba la amenaza de ciberataques respaldados por Rusia contra infraestructuras nacionales críticas (CNI), especialmente en represalia por las fuertes sanciones.

Aunque puede que esto no se haya materializado de la forma que muchos esperaban, la geopolítica sigue estando en el punto de mira de muchos expertos en ciberseguridad de cara a 2023.

Poder cibernético

Rusia siempre ha estado entre un puñado de estados reconocidos por su destreza cibernética y por ser el origen de muchas bandas de ciberdelincuentes.

Sin embargo, como se mencionó anteriormente, no hemos visto un ciberataque significativo, al menos uno comparable al incidente de Colonial Pipeline, en 2022.

Sin embargo, algunos expertos advirtien: "Hemos subestimado la capacidad cibernética de Rusia. Existe la opinión generalizada de que la actividad cibernética rusa previa a la invasión de Ucrania y durante la misma indica que no son la potencia cibernética que creíamos. En 2023 surgirán patrones y pruebas que demostrarán que no era así, sino que Rusia estaba dirigiendo sus esfuerzos cibernéticos hacia otros lugares, con objetivos no militares (financieros y políticos)."

Así, la ciberguerra no ha hecho más que empezar. Con el líder de China asegurando su tercer mandato y la guerra de Rusia en Ucrania, muchos expertos predicen un aumento de los ciberataques patrocinados por el Estado. China podría aumentar los ciberataques contra Taiwán, Hong Kong y otros países que se oponen al régimen. Mientras tanto, se prevé que Rusia patrocine ataques contra los países que apoyan a Ucrania.

Tipo de ataque

Estamos acostumbrados a ver ciberataques que encriptan datos y piden rescates, pero es probable que en esta era de ataques patrocinados por estados-nación podamos experimentar ataques para perturbar.

Si los últimos años se han caracterizado por los ataques de ransomware por parte de grupos de piratas informáticos organizados, ahora estamos entrando en una era en la que un número cada vez mayor de amenazas provendrán de actores patrocinados por Estados que buscan desarmar las economías mundiales. Esto supone una amenaza directa para sectores específicos, como la energía, el transporte marítimo, los servicios financieros y la fabricación de chips. Estos ataques no se detendrán en el robo de propiedad intelectual o en la petición de rescates. En su lugar, se centrarán en la interrupción adecuada, comprometiendo o cerrando operaciones críticas a escala nacional.

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