DevOps merece la pena
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A pesar de todos los grandes relatos de primera mano de las transformaciones de DevOps que se pueden encontrar, lo cierto es que DevOps no es fácil. Pero eso no quita para que sea algo que merezca la pena.
Las transformaciones hacia DevOps no son fáciles. Cambiar las culturas puede ser desgarrador. A veces significa reemplazar a personas que simplemente no pueden comprender una nueva cultura y forma de hacer las cosas. Otras veces significa romper la forma en que las personas y los equipos interactúan con los puestos y puestos de trabajo. El cambio nunca es fácil.
Si fuera fácil, todos ya lo habrían hecho.
Pero, además de la parte cultural, hay que combinar nuevas herramientas, nuevos procesos y nuevas formas de construir, probar y desplegar software.
Sin embargo, merece la pena pasar este proceso. Eso sí, quizá lo primero sea asumir que esta transformación no va a ser fácil. Implantar DevOps conlleva el compromiso y la mentalidad de llevarlo a cabo, pensar, planear, aprender y hacer lo que hay que hacer.
Además, es importante tener en cuenta que las transformaciones de DevOps no deben ser lineales. Durante un período de tiempo deberíamos poder discernir el progreso (dependiendo de cómo defina el progreso) y realizar ajustes, incluso para dar pasos hacia atrás. También puede conllevar salirse de la ruta inicialmente prevista. Las transformaciones DevOps son como la vida misma.
Así pues, debemos aprender de los errores. A veces es necesario dar un paso atrás para dar más pasos hacia adelante. DevOps no es diferente. No está homogeneizado y no siempre (si es que lo hace) funciona sin problemas. La verdadera prueba es si durante un período de tiempo más largo estás logrando tus objetivos.
Su transformación de DevOps es solo un fracaso si la finaliza antes de comenzar o antes de que pueda superar las barreras en el camino. En esencia, DevOps significa que seguimos mejorando.
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