¿Qué significa la Ley de IA para los profesionales del marketing?

  • Gestión de información

La mayoría de los profesionales del marketing no tienen que preocuparse por crear sistemas de IA de alto riesgo que sean susceptibles de una rígida supervisión gubernamental. Pero eso no significa que estén fuera de peligro.

Algunos sistemas de IA que no son de alto riesgo también se enfrentarán a obligaciones de transparencia, en concreto los que:

  • Interactúan con humanos (como los chatbots)
  • Detectan emociones (incluido el sentimiento)
  • Categorizan basándose en datos biométricos
  • Generan o manipulan contenidos (como los deepfakes)

Los deepfakes (vídeos o fotos alterados digitalmente) han experimentado un aumento de popularidad en los últimos años. Por desgracia, no todos los deepfakes son benignos. Los malos actores podrían crear fácilmente vídeos deepfake de directores generales diciendo algo que perjudicara a su marca. 

Lo más importante para los profesionales del marketing debería ser esto: la privacidad de los datos. Las marcas -muchas de las cuales ya cumplen con los requisitos del GDPR en cuanto a la recopilación, el almacenamiento, el intercambio y el uso de datos- se enfrentarán a regulaciones aún más estrictas cuando se trate de manejar los datos de los consumidores. 

Los requisitos de privacidad de datos son una directiva para que las marcas personalicen sus experiencias de publicidad programática y de clientes entrantes y reduzcan el desperdicio y el ruido en las redes de medios.

Críticas y halagos a la Ley de IA

Desde que la UE anunció su propuesta de ley de IA, ha habido un frenesí de comentarios en línea, tanto buenos como malos. 

Algunos críticos afirman que las expectativas de supervisión de la Ley son demasiado amplias para todas las aplicaciones de IA, ya que la regulación de los productos lanzados al mercado frente a las plataformas en línea frente a las infraestructuras críticas de las ciudades son procesos completamente diferentes. 

Otra de las carencias que citan los críticos es la falta de recursos para que los seres humanos reales puedan presentar quejas sobre los sistemas de IA que les afectan a ellos o a un grupo de personas personalmente. Esto contrasta fuertemente con el GDPR, que permite las quejas individuales y permite el remedio colectivo. 

Otros dicen que la Ley podría ser algo bueno porque obligará a las empresas que utilizan estas tecnologías a realizar una verificación y validación rigurosas y a ser capaces de ofrecer una explicación justificable (que sea defendible ante los tribunales) antes de lanzar el producto al público.

Si se aprueba, esta ley exigirá una amplia (y continua) evaluación normativa y técnica de los productos por parte de los proveedores y usuarios de la tecnología de IA. 

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